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Mi primera ventana en El Porvenir |
Mea culpa no sé vivir sin ellas.
Para mí una casa sin plantas, es una casa sin vida. Desde que hace ya años me independicé y empecé a valerme por mí sola en este mundo extraño, las he ido incorporando a mi vida, y son "mis niñas", La Pati, La Bego, La Cinta... Las cuido si se ponen enfermas, las aseo y limpio como si de personas se trataran, e incluso cuando parecen que ya están desahuciadas las llevo a la UCI hasta que se recuperan.
Recuerdo la primera maceta que me dio mi tía y que alumbró aquel apartamento por llamarlo de alguna manera (aún está viva), tipo chavo del ocho al que me fui a vivir, ¿te acuerdas Lola? (¿si a ti te gusta?) y todo el mes de julio con 45º a la sombra de Sevilla pintando y limpiando aquello por el que Don Limpio no pasaba desde que hizo la primera comunión. (cuanta ayuda Isa y que casi no lo cuento... qué calambrazo que me llevé) ¡¡Como olía aquel tugurio!!
Si aquel colchón hubiera hablado... menos mal que lo sometí al tercer grado dejándolo un par de días en la azotea para que exculpara sus culpas. ¿Y lo bonito que quedó el pisito? claro está, después de un cambio radical como en esos realities de la tele.
Una sóla habitación y una mini salita, comedor, salón... o lo que fuera, parece mentira que en los dos colchones que me prestaba la vecina pudieran caber mis amigas de Mérida cuando venían a verme, siempre cargando con alguna cosilla (mi primera vajilla, cubertería...) para animar aquello y ¡¡¡por supuesto en verano!!!, cuando más calor hacía.
Las visitas de Alejandro desde México, aquel que pudo ser pero que no fue... y lo feliz que me sentía con mi cutrisueldo de becaria de la Universidad... ya lo dice el dicho "No es más feliz el que más tiene si no el que menos necesita". ¿Y no había crisis?
De entonces mi afición a recolectar objetos olvidados y escarbar en las cubas de las obras, recuerdo que decía que mi "salón" era "diseño de segunda mano de basura" (uff y pensar que ahora en mis ratos libres opino sobre decoración, que osadía). Una vecina inglesa que había vivido en el apartamento de al lado, cogió unos muebles de la calle y cuando volvió a su tierra los heredé.
Eso sí, en El Porvenir, en el barrio más bonito y elegante de Sevilla (al menos par mí) y por el que todavía voy a pasear a recordar aquellos tiempos, ahora estoy más en la periferia en un piso mejor y por fin mío. Pero yo que soy dura de roer, reconozco que se me saltaron las lágrimas cuando dejé aquella L y hasta las brujas del 65, aquellas que estaban siempre espiando a ver con quién entraba y salía y que cuando menos te lo esperabas metían su cabeza por mi ventana.
Y es que como el primer amor, la primera casa no se olvida.
Así que hoy mi homenaje es para las niñas y para tod@s aquell@s a los que como yo, no pueden estar sin ellas.
Aquí comienza.
Suculentas en copas de plata o alpaca.